
Mucho antes de que los camiones recorrieran autopistas transportando toneladas de mercancías, existió una mente inquieta que imaginó una forma más eficiente de mover el mundo.
Su nombre era Gottlieb Daimler, una figura clave en la historia del automóvil, pionero de la movilidad moderna y fundador de la que luego se convertiría en la prestigiosa Mercedes-Benz. En 1896, este inventor alemán dio vida a un concepto revolucionario: el primer camión con motor de combustión interna.
La historia comenzó con una idea sencilla pero visionaria: aplicar el motor de gasolina, que Daimler había desarrollado años antes, a un vehículo de carga. El resultado fue una máquina que, aunque rudimentaria en apariencia, estaba cargada de innovación. Aquel primer camión parecía un carro de mercancías sin barra de tracción, pero escondía una mecánica pionera para la época. Equipado con un motor "Phoenix" de dos cilindros y 4 CV, ubicado en la parte trasera, transmitía la potencia mediante una correa al eje trasero, que estaba suspendido por muelles helicoidales para reducir las vibraciones. El consumo se situaba en torno a los 6 litros cada 100 kilómetros.
Este prototipo, que rodaba sobre ruedas de hierro macizo, también introdujo elementos técnicos adelantados a su tiempo. Su sistema de transmisión por correa ya anticipaba el principio de los ejes planetarios, una solución técnica que, más de un siglo después, sigue vigente en camiones de construcción como los Mercedes-Benz Arocs.
A medida que se perfeccionaba el diseño, en 1898 Daimler realizó una serie de mejoras decisivas. El motor se desplazó al frente del vehículo, justo por delante del eje delantero, y se sustituyó el antiguo encendido por tubo caliente por uno de tipo magnético de baja tensión, desarrollado por Bosch. Además, el radiador adoptó un diseño más eficaz para mejorar la refrigeración del motor.

Antes de su presentación oficial, el nuevo camión fue sometido a una exhaustiva prueba de rendimiento. Durante meses, trabajó en una fábrica de ladrillos en Heidenheim, enfrentándose a la rutina diaria del transporte de materiales. Daimler supervisó personalmente los ajustes necesarios, reparando fallos y mejorando su fiabilidad. Una práctica que hoy denominaríamos “prueba de cliente”.
La recepción no se hizo esperar. El primer comprador vino desde Inglaterra, justo cuando la llamada “Ley de la Bandera Roja” —que restringía el uso de vehículos motorizados— fue abolida. Poco después, Daimler llevó su camión a la Exposición Mundial de París, donde fue presentado en una feria de vehículos motorizados organizada por la Asociación del Automóvil de Francia. Fue allí donde el camión de cinco toneladas con transmisión por correa y motor delantero captó la atención del público internacional.
Con el aumento de la demanda, la producción se organizó a mayor escala. En 1899 se inició la fabricación en la planta de Berlín-Marienfelde, que se convirtió en un referente para el desarrollo de vehículos industriales. La gama de modelos se amplió con versiones de distintas capacidades de carga, desde furgonetas ligeras hasta camiones de hasta cinco toneladas. Para estas versiones, se utilizaron motores de dos y cuatro cilindros que iban desde los 4 hasta los 35 caballos de fuerza.
En paralelo, Karl Benz, otro de los grandes nombres de la automoción, también desarrolló su propia gama de camiones. En 1900 presentó tres modelos motorizados con capacidades de carga de hasta 2,5 toneladas, completando así el punto de partida de la industria del vehículo industrial.
El nacimiento del camión marcó un antes y un después. Coincidió con un momento histórico clave: la Revolución Industrial había acelerado la producción, el comercio se expandía y la necesidad de distribuir mercancías de forma más rápida y eficaz crecía a pasos agigantados. La abolición de restricciones aduaneras dentro del Imperio Alemán en 1871, así como la mejora de infraestructuras, crearon el entorno perfecto para que el transporte por carretera floreciera.
Más de 125 años después, la idea que Daimler llevó del taller a las calles sigue vigente. Los camiones se han convertido en una herramienta imprescindible para la economía global, y su evolución ha sido constante, impulsada por la innovación, la eficiencia y la conectividad.
En Ferca Trucks, seguimos compartiendo ese mismo espíritu: hacer posible que cada negocio llegue más lejos. Porque detrás de cada camión, hay una historia de progreso, esfuerzo y movimiento constante.
Su nombre era Gottlieb Daimler, una figura clave en la historia del automóvil, pionero de la movilidad moderna y fundador de la que luego se convertiría en la prestigiosa Mercedes-Benz. En 1896, este inventor alemán dio vida a un concepto revolucionario: el primer camión con motor de combustión interna.
La historia comenzó con una idea sencilla pero visionaria: aplicar el motor de gasolina, que Daimler había desarrollado años antes, a un vehículo de carga. El resultado fue una máquina que, aunque rudimentaria en apariencia, estaba cargada de innovación. Aquel primer camión parecía un carro de mercancías sin barra de tracción, pero escondía una mecánica pionera para la época. Equipado con un motor "Phoenix" de dos cilindros y 4 CV, ubicado en la parte trasera, transmitía la potencia mediante una correa al eje trasero, que estaba suspendido por muelles helicoidales para reducir las vibraciones. El consumo se situaba en torno a los 6 litros cada 100 kilómetros.
Este prototipo, que rodaba sobre ruedas de hierro macizo, también introdujo elementos técnicos adelantados a su tiempo. Su sistema de transmisión por correa ya anticipaba el principio de los ejes planetarios, una solución técnica que, más de un siglo después, sigue vigente en camiones de construcción como los Mercedes-Benz Arocs.
A medida que se perfeccionaba el diseño, en 1898 Daimler realizó una serie de mejoras decisivas. El motor se desplazó al frente del vehículo, justo por delante del eje delantero, y se sustituyó el antiguo encendido por tubo caliente por uno de tipo magnético de baja tensión, desarrollado por Bosch. Además, el radiador adoptó un diseño más eficaz para mejorar la refrigeración del motor.

Antes de su presentación oficial, el nuevo camión fue sometido a una exhaustiva prueba de rendimiento. Durante meses, trabajó en una fábrica de ladrillos en Heidenheim, enfrentándose a la rutina diaria del transporte de materiales. Daimler supervisó personalmente los ajustes necesarios, reparando fallos y mejorando su fiabilidad. Una práctica que hoy denominaríamos “prueba de cliente”.
La recepción no se hizo esperar. El primer comprador vino desde Inglaterra, justo cuando la llamada “Ley de la Bandera Roja” —que restringía el uso de vehículos motorizados— fue abolida. Poco después, Daimler llevó su camión a la Exposición Mundial de París, donde fue presentado en una feria de vehículos motorizados organizada por la Asociación del Automóvil de Francia. Fue allí donde el camión de cinco toneladas con transmisión por correa y motor delantero captó la atención del público internacional.
Con el aumento de la demanda, la producción se organizó a mayor escala. En 1899 se inició la fabricación en la planta de Berlín-Marienfelde, que se convirtió en un referente para el desarrollo de vehículos industriales. La gama de modelos se amplió con versiones de distintas capacidades de carga, desde furgonetas ligeras hasta camiones de hasta cinco toneladas. Para estas versiones, se utilizaron motores de dos y cuatro cilindros que iban desde los 4 hasta los 35 caballos de fuerza.
En paralelo, Karl Benz, otro de los grandes nombres de la automoción, también desarrolló su propia gama de camiones. En 1900 presentó tres modelos motorizados con capacidades de carga de hasta 2,5 toneladas, completando así el punto de partida de la industria del vehículo industrial.
El nacimiento del camión marcó un antes y un después. Coincidió con un momento histórico clave: la Revolución Industrial había acelerado la producción, el comercio se expandía y la necesidad de distribuir mercancías de forma más rápida y eficaz crecía a pasos agigantados. La abolición de restricciones aduaneras dentro del Imperio Alemán en 1871, así como la mejora de infraestructuras, crearon el entorno perfecto para que el transporte por carretera floreciera.
Más de 125 años después, la idea que Daimler llevó del taller a las calles sigue vigente. Los camiones se han convertido en una herramienta imprescindible para la economía global, y su evolución ha sido constante, impulsada por la innovación, la eficiencia y la conectividad.
En Ferca Trucks, seguimos compartiendo ese mismo espíritu: hacer posible que cada negocio llegue más lejos. Porque detrás de cada camión, hay una historia de progreso, esfuerzo y movimiento constante.